El presidente de la Comunidad


Nuestro presidente de la comunidad fue un político de profundos ideales. En los primeros años, con el fin de la dictadura y el comienzo de la democracia, el futuro era prometedor. Sus hijos se independizaron con trabajos bien remunerados e incluso se podían permitir tener más de una vivienda. Pero en algún momento los gobernantes hicieron algo mal. Un día estalló la burbuja inmobiliaria, dejando un panorama desolador. Sus nietos estaban en paro y sólo podían aspirar, con suerte, a trabajillos cutres para sobrevivir. Por otro lado, y para colmo, ya nadie podía venir a verle sin pagar por aparcar. Ésto último nada tenía que ver con la crisis, puesto que empezó mucho antes. Pero demostraba que también los ayuntamientos parecían haber perdido el norte respecto a su función original, permitiéndose ocurrencias por las que no preguntaron a nadie y haciendo que la vida fuera mucho más incómoda. Sus nietos vivían en una ciudad dormitorio, el transporte público no era tan barato y, en definitiva, venían menos a verle.

Con el tiempo se dio cuenta de que mucho de lo bueno del principio se perdió. Que antes se exprimía menos a la gente y que no por ello los servicios eran significativamente inferiores. Que todo aquello que nadie habría votado, otros lo colaron buscando alguna excusa, de tapadillo o simplemente mintiendo. Y que se había contaminado el sistema abusando de la buena fe de los ciudadanos. Por este motivo, se atrevió a decir que en los 80 se vivía mejor y que, de algún modo, había que devolver el país al pueblo; aprender de los errores y reconstruir la democracia. Afirmaciones que no sentaron bien entre sus colegas, acusándole de estar loco. Fue expulsado de su partido sin demasiadas explicaciones. Sin embargo como militante estaba acostumbrado a respaldar las declaraciones de los superiores y, quizá por eso, empezó a dudar de su cordura. Abandonó la capital sin honores para irse a vivir con su hermana. El viaje fue largo y en la radio dieron la noticia: "una gran decepción", decían sus compañeros. Y un extraño sentimiento de culpa le torturaba. En plena mudanza, pensó que debía rectificar. Fue en ese mismo instante cuando perdió la cabeza.


                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario