El padre de la hija


Este padre de familia recibió duros golpes y, por más que protestaba, nadie lo escuchó. Empezaron por sancionarle cuando compró una calculadora solar. Él iba andando por el pasillo y el presidente, al ver lo que llevaba entre manos, montó en cólera. "¿Acaso me has pedido permiso para gastar la luz del sol?", dijo el estadista. En un primer momento el vecino creyó que era una broma. Pero lo que tuvo que pagar después no tuvo gracia. Las multas eran demasiado frecuentes y abultadas. Al día siguiente vió un enorme estand de pilas alcalinas en la tienda de enfrente. Consciente de que había gato encerrado, quiso hablar con el presidente y entonces se lo encontró con su hija. Ella estaba en una situación incómoda, aunque poco pudo hacer por defenderla. Sólo esperar y manifestarse donde le dieran permiso.


                    

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